La hora de la crononutrición.
Todos los seres que habitamos en este planeta desde la bacteria más pequeña hasta el león más temible, tenemos algo en común, y no, no es el lugar en el que vivimos; es el hecho que desde el inicio de la vida como la conocemos, hemos compartido un ritmo o ciclo de tiempo, este se conoce como ciclo circadiano.
La palabra circadiano proviene del latín y significa alrededor del día, por lo tanto un ciclo circadiano es de aproximadamente un día (es decir 24 horas), no es casualidad que la Tierra rote cada 24 horas.
El sistema circadiano rige a todos los seres vivos y es aquel que ajusta las funciones biológicas y las conductas a este ciclo, todo esto con el fin de utilizar la luz del sol para que las plantas puedan realizar la fotosíntesis o para que los animales obtengan sus alimentos.
Donde el tiempo comienza
El proceso del ritmo circadiano comienza en una parte del cerebro conocida como núcleo supraquiasmático, este recibe información directamente de la luz del día y organiza nuestro reloj interno.
El ciclo circadiano es estimulado por diversos factores que le indican al organismo si es de día o de noche, como por ejemplo, la luz que pasa por la retina, la comida, la temperatura, medicamentos o ejercicio. De todos estos factores la comida es el mejor sincronizador de nuestro reloj biológico, después de la luz claro está.
Nuestro tic-tac interno
La actividad metabólica se rige por el ciclo circadiano ya que según la hora del día que sea, se producirán ciertas hormonas.
Basándose en este concepto, es que surgió la Crononutrición, la cual es la rama de la cronobiología que explica la relación entre nuestro reloj interno y la alimentación, se utiliza tanto para mejorar la salud o para cambiar nuestro reloj biológico por medio de los tiempos de alimentación.
Algunos de los procesos regidos por nuestro reloj interno son:
El movimiento del colon cambia durante el día, siendo mayor en el día y menor en la noche.
La absorción intestinal de glucosa, grasas y proteínas también se ve afectado por el ciclo circadiano, siendo así que la glucosa y el agua aumentan su absorción por la noche.
Esto quiere decir que si existe alguna alteración en nuestro reloj interno, seguramente habrá más problemas para absorber los nutrimentos que consumimos.
Metabolismo energético: existen muchos genes del metabolismo de glucosa y grasas que funcionan de acuerdo al ciclo circadiano.
Cuando los relojes se desajustan
La vida tan ajetreada que llevamos es capaz de desajustar nuestro reloj interno con el pasar de los días, aunque no lo creas muchas de nuestras actividades cuentan para desajustar los tiempos, como por ejemplo:
El tiempo en el que comemos: puede causar disrupciones que ocasionen aumento de peso.
Una dieta alta en calorías
Una dieta alta en grasas se ha comprobado que es capaz de alterar los ciclos circadianos y aumentar la obesidad.
Una dieta baja en calorías conduce a equilibrar los niveles de melatonina y vasopresina.
Jetlag
Dormir menos de 6 horas
Horas de pantalla antes de dormir
Uso de luz por las noches
Actividades nocturnas
La culpa es del invierno…
Inicio de Diciembre y tu peso ya está por las alturas… ¿Te sientes identificado?
Probablemente ni siquiera haya pasado la cena navideña y ya sientes que estas guardando grasita en las caderas, créeme esto es también culpa del invierno, se ha comprobado que la grasa del cuerpo también va cambiando a lo largo de las estaciones especialmente en los países que están más lejos de la línea del Ecuador, normalmente en el invierno tenemos menor gasto de energía y menor actividad física.
Las porciones que comemos y nuestra forma de comer también se ven afectados por las estaciones, es por eso que en otoño e invierno aumentan mucho las porciones y calorías consumidas, esto es porque los mediadores del apetito y con ellas la grasa acumulada actúan de acuerdo a los ciclos circadianos.
Otra de las consecuencias de la disrupción del ritmo circadiano son:
Envejecimiento prematuro
Cáncer
Enfermedades cardiovasculares
Deterioro cognitivo
Cambios de humor
El sueño y el reloj
Las alteraciones del sueño también pueden contribuir a la obesidad, por ejemplo, cuando tenemos algún problema para dormir o dormimos menos de 6 horas, ocurren cambio es en las hormonas del apetito, lo que nos hará comer más al otro día y guardar más grasa.
La falta de sueño también se relaciona con un mayor consumo de grasas, snacks, azúcares y sal, es por eso que si duerme poco o padeces insomnio, seguramente te será más difícil bajar de peso.
Ahora que ya sabes que nuestro cuerpo tiene un reloj, trata de siempre mantenerlo al ritmo que debe ser con hábitos saludables.
Fuentes bibliográficas
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